Dormimos a dos palmos del suelo
y a veces los sueños nos llevan atrás
durante un segundo;
yo me he despertado tantas veces
creyendo que mi madre está en casa,
mi padre en el cuarto
y mis hermanos y hermana cerca;
y cada vez y de súbito ocurre,
aparece la montaña que mira al mar,
los coches fúnebres y las cenizas,
el dolor golpeándonos;
lejos y aparte,
a kilómetros de distancia y más carretera
de un lado a otro con lo puesto,
donde todo asfalto es más de lo mismo;
de igual fuerza y ánimo.