Veo una imagen
en el suelo
con los brazos atados
hacia arriba,
los pies torcidos;
y se repite
por todos lados desde abajo,
fija y herida
con la cabeza caída y sola
por el pavimento;
no hubo intención, dicen,
sólo un corte
que quedó quieto
y sin tiempo para acabar
de dibujarse con los años;
y así construyen lo inevitable
que jamás sucedió.
No son errores, son aprendizajes. Esa imagen, caída en el suelo con los brazos atados hacia arriba y los pies torcidos, refleja lo que somos cuando intentamos negar lo inevitable. Es la lucha interna por convencernos de que aquello nunca ocurrió. Pero en el fondo, sabemos que no son errores, sino lecciones de vida que nos han moldeado, nos han enseñado, y nos han hecho más fuertes. Cada cicatriz, cada tropiezo, es un recordatorio de que hemos vivido, aprendido y crecido.
ResponderEliminarMe encanta la lectura que has hecho de estas letras, le has dado una dimensión más universal de lo que realmente quise escribir.. y eso, es maravilloso. Gracias siempre, compañero!!
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