La palabra despierta
muy pronto y cansada,
la emoción suda el cuerpo
y deja señales
por todos lados sin resolverse;
elevo el cuerpo a cierta distancia
del suelo,
me recojo arriba en las piedras
y al cobijo de un árbol,
falta aire fresco y arden los ojos,
no acierto ya;
y esa impotencia
alarga los días en desmayo,
oculta cuadernos
y los suelta cuando duerme;
el rostro conoce
lo que se guarda dentro,
y sonríe.
Nada detiene el pensamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario