Ayer te colgué en mi cuello
y, aun así,
acabé llorando;
quise un abrazo,
tu fuerza y su sonrisa
compañera
y amanecí hinchada
en vuestros ojos;
mediaron palabras
al oído,
la vista lejos
y perdida en un instante
para resistir los días
que se acercan;
yo no he marcado
esos dos días de duelo,
son de él y de ella;
suceden a cada rato
y no puedo alejarme, no quiero.
Dejadme estar.
1998
2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario