Hay una neblina
al lado del cuerpo,
invisible;
un espacio entre objetos,
una mirada perdida
y sin nombre
que no se escucha;
si me detengo,
el ojo se cuela y brilla
en un segundo inmortal,
desaparecido;
no puede explicarse
ni posee nada alguna.
Ahí estás tú, y estoy yo.
Todo el tiempo.
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