Ahora miro su rostro y duele
en el mío,
la siento a corazón cerrado
en el cuerpo
sin poder detener su golpe;
una imagen en conflicto
se detiene
detrás de mis ojos
y no encuentro palabra
en ella;
se mueve entre pasillos
y murmura
intenciones retorcidas
sin mancharse,
siempre absuelta;
y yo he caído ya dos veces
en su artificio,
leal a nuestro pacto
que nació roto sin darme cuenta
como tantos otros.
Y no está bien.
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