Te escuché y me detuve
un buen rato,
extendí hacia fuera un ojo,
y otro después,
y vi las postales de tantos sitios;
tengo un recuerdo aterrorizado
detenido en cada casa
sin poder levantarse del suelo;
y no mira por la ventana,
cierra los huesos y el ánimo
sin toalla e insomne;
pero si la calle es nuestra casa,
romperé esta vez la puerta
y llenaré de saltos los cruces
sin parar en las esquinas.
Tú sabes por qué.
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