Caí en un rincón durante días,
arriba de una montaña en tormenta
y lejos,
historias en cada curva,
misma piel y rostro;
la noche salió con un sol heredado en medio,
la luna entre nubes y un martes luego,
lágrimas gigantes
y un cosquilleo del corazón a las manos
por semana;
y he vuelto con una vergüenza terrible,
sin reconocer mi letra ni el instinto
para abrir la puerta;
y no me he ido, no del todo,
jamás os haría eso.
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