libros abiertos en bocas sin freno,
pasta de alimento y cuidado;
en la nieve y en el suelo,
alzando sin miedo la mirada,
levantándonos como el sol de invierno
en aquella casa sin puertas;
y ya fuimos.
Un sentir que no desgarra, que une;
un grito que descarga, que acoge;
puños, miradas, pasos, paradas,
abrazos largos y confianza,
sin esfuerzo en la batalla,
en un recorrido honesto
de libertad y compañía;
sin exigir de nadie nada,
con un mundo nuevo ya en el corazón.
"Haced correr la voz de que la libertad existe".
Han pasado los años, muchos años, y nada ha cambiado. La vida sigue, mama, la vida sigue.