Y a veces la vida duele tanto que casi olvidas el nombre de tu madre, o lo recuerdas, pero no lo reconoces como suyo; y te duele y te avergüenzas, como si debieras recordarlo siempre, aunque la verdad es que un día lo olvidaste para seguir adelante.
Siento que me arrastro por el suelo, mama, siento que me pierdo como tú te perdiste un día; siento que todos esos brazos a los que agarrarme, y que tú nunca tuviste, no son suficientes para levantarme hoy.
Siento que me arrastro por el suelo, mama, siento que me pierdo como tú te perdiste un día; siento que todos esos brazos a los que agarrarme, y que tú nunca tuviste, no son suficientes para levantarme hoy.
Han pasado los años, muchos años, y nada ha cambiado. La vida sigue, mama, la vida sigue.
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