Aquella noche dormimos
entre voces pequeñitas al oído,
recostando la cabeza en la frente,
en el pecho;
y las manos se cogían,
recorrían el cuerpo y volvían;
se apretaban las piernas
respirando el cuerpo;
y por la mañana,
nos descubrimos en un balcón
con el sol de frente y la misma sonrisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario