que despertó la mañana,
unos brazos firmes de luciérnagas
rodeando el cuerpo;
y saltaban caricias,
miradas sonrisa,
suaves toques de cariño;
y se creó un hogar de la nada,
un rostro amable cobró vida
y no dejó de mirarme;
su mano aún no ha soltado la mía.
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