Dos fieras despiertan al alba
corriendo los bosques sin tregua;
asaltan matorrales entre la niebla,
se acompañan con rugidos;
y allá donde acaba la tierra,
a la altura de un precipicio invisible,
se detiene la vida un momento;
y la arena vuela en círculos,
los rayos la atraviesan
dejando un rastro en el suelo,
hacia la cueva;
y las rocas se funden
en un manto de tierra yerta.
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