con un cetro de palabras
forjado sin rastro en el corazón;
forjado sin rastro en el corazón;
y cada latido dejó una huella
sobre la arena suspendida
entre silbidos de vértigo y cariño;
y recorría la noche abierta en susurros,
saliendo a gatas durante el día
con la piel sedienta de arrugas,
la mirada clamando a sí misma;
sigo sin tregua,
asaltando oasis desde entonces.
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