ajena a todo lo que descubrió;
ya no pertenece a la historia,
y la detiene;
se abre sin espinas,
doblando el rostro hacia arriba;
vive descontrolada.
Un sentir que no desgarra, que une;
un grito que descarga, que acoge;
puños, miradas, pasos, paradas,
abrazos largos y confianza,
sin esfuerzo en la batalla,
en un recorrido honesto
de libertad y compañía;
sin exigir de nadie nada,
con un mundo nuevo ya en el corazón.
"Haced correr la voz de que la libertad existe".
Han pasado los años, muchos años, y nada ha cambiado. La vida sigue, mama, la vida sigue.