Cuesta mucho dejar de mirar la taza,
esa taza que has hecho tuya;
la que sin saber por qué siempre eliges,
a primera hora de la mañana,
a media mañana, después de comer;
una taza que no utilizas antes de irte a dormir
porque los cereales se desbordan.
Esa taza es todo lo que no quieres perder.
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