y cada día guardaba un momento
para atenderla,
para abrazarse con ella en aquella vida;
y coloreaban las lágrimas,
acogían el dolor en canciones de cuna,
los sueños perdidos volvían
y el corazón explotaba en risas,
en juegos de escondite por las venas;
y así, de esa ternura,
nació el ángel de la guarda.
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