anoche nos vimos y andabas perdido;
yo me escondía a los lados
y había manos en medio;
no estabas solo
y tu mirada estaba vacía,
parecías buscar un sitio;
en un descuido pude alcanzarte
y de un salto me arropé en tu oído;
y tus ojos brillaron, y los míos;
y dormimos, ya no había manos.
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