De un puente a esta parte,
recogido tu sueño y delirio,
no hay ya cruces
ni rotondas florero
en el polígono,
no hay papel ni tinta
y los estantes se quemaron contigo;
y atravesado,
el edificio no se sostiene,
caen bajantes, cuadros de luz,
se agrieta el techo
y el agua descubre espacios vacíos
que aún hablan de ti;
y tu voz retumba como si estuvieses vivo dentro.