Mi corazón tose carboncillos
de besos y abrazos,
lo guarda todo en secreto
con réplicas bajo llave
como un susurro en la noche
repleto de fantasía;
y bajo aquel tumulto de piedra
aún pasan cosas al alba,
allí soñó una caricia,
temblaron piernas y manos,
la palabra torpe,
la duda perdida en los ojos;
y todavía los brazos me dan vueltas
en un eco infinito.
Ahí están Hölderlin, Kleist, Nietzsche.
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